jueves, 7 de febrero de 2008

Paranoid Hypochondriac

Me siento Woody Allen. Aunque en realidad esto es hereditario, y entonces me siento mi viejo. Tengo una semana llena de ecografías y médicos: gastroenteróloga, ginecóloga, endocrinóloga, dermatóloga (me falta, final y claramente, agregar una psicóloga). Muero de miedo en cada consulta. Me aterrorizan cada uno de mis "omas": angioma, fibroadenoma. El ecógrafo ve en pánico en mi rostro e intenta tranquilizarme explicándome que todo es normal, que no hay de qué preocuparse, que lo más probable es que todo esto continúe exactamente igual y sin generar problemas por el resto de mi vida (que, en medio de este discurso, le falta augurar que será larga). Me tranquilizo un poco, compro una Carlsberg, champignones a la provenzal, queso, aceitunas. Los ingiero mientras me río viendo al Nahue en la tele (mientras no tengo más que asumir que, a pesar de todo, Hendler me sigue causando gracia). Intento tranquilizarme. Por esta y tantas cosas de la vida.

Límite hipocondríaco: la semana pasada tenía una puntada en el pecho. Al tercer día que la puntada se repite (ese último día duró como 10 minutos de corrido) voy a la guardia. Me atiende una doctora que me manda a hacer una placa y me avisa que cuando vuelva ella ya no va a estar porque va a haber cambio de guardia, por lo cual va a seguir atendiéndome otro médico. Me hacen la placa de torax, me la dan y vuelvo a la guardia. Los médicos que estaban ya se fueron y los reemplazos aún no llegaron. ¿Qué hacer? Saco la placa para echarle un vistazo. Veo dos manchas negras en... ¿el pulmón?. Cara-pálida. El médico que no llega. Media hora en la que se cruzan por mi cabeza las más tétricas hipótesis. Qué-va-a-pasar, qué-voy-a-hacer-ahora-o-nunca, cómo-será-mi-final. El tipo viene por el pasillo, entra al consultorio y yo salto como un resorte. Me-atiende-primera-o-le-bajo-todos-los-dientes debo estar diciendo con mi mirada. Que no es nada, que tome una pastillita, que seguro es del estómago (como, no había aclarado en esta crónica, suponía yo desde un principio). Pone la placa en esas pantallitas que le dan luz y me empieza a explicar cómo cada órgano estaba en perfecto estado. No puedo evitarlo, al fin y al cabo no confío en los médicos y capaz lo estaba pasando por alto, tal vez se había olvidado los lentes y no veía esa-mancha-negra. "Doctor, ¿y qué es eso?". "El corazón". "Es que soy 'un poco' hipocondríaca".

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